Una mesa para todos

En un mundo lleno de etiquetas y grupos excluyentes, se hace necesario hacer un lugar en la mesa para el marginado, para que deje de comer migajas y se siente junto a otros a la mesa. Incluir al Excluido es la tarea en este mundo. Salgamos en búsqueda de los que no están, hagamos un lugar al marginado en la mesa de la felicidad.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Con los brazos abiertos

Un reportaje de un canal de televisión sobre la problemática realidad de los migrantes en Antofagasta, me invita a escribir nuevamente sobre esta situación.

En Antofagasta residen legalmente más de 1100 migrante de distintas nacionalidades, se estima que este año ya han entrado más de 300 ilegales. Solo el año pasado se expulso del territorio nacional más de 500 migrantes irregulares. Estos números son una muestra clara de una realidad que no se puede negar. El fenómeno de la migración llego a la ciudad para quedarse y debemos aprender a hacerle frente y convivir con ella. En el pasado fuimos los chilenos los que llegamos a otros países, ahora, nuestra estabilidad política y económica principalmente gracias al cobre, frente al caos de América latina, nos hace lugar preferido para buscar nuevas esperanzas y horizontes, por más que dichos sueños solo queden en eso solo en sueños.

Pero pareciese que nuestro país, nuestra gente, no está preparada para asumir la migración de nuestros hermanos latinoamericanos de una manera fraterna. Nuestros hermanos peruanos son constantemente victima de burlas las, a los bolivianos los tratamos como inferiores, a los afroamericanos los tratamos de traficantes o prostitutas en el caso de las mujeres. Se salvan los argentinos, a los que solo tratamos de chantas. Claramente no puedo generalizar en esto, pero digamos que la mayoría reacciona de esta manera. A los turistas los recibimos bien, mejor aun si son europeos altos y rubios. Pero a aquellos que llegan buscando nuevas oportunidades, parecemos cerrarles las puertas.

Y quiero centrarme en los latinos que llegan a nuestro país, entendiendo que nos llegan visitantes de todo el mundo. Y en especial en lo que pasa en Antofagasta, donde los números que arriba expuse, corresponden mayoritariamente a peruanos, colombianos y ecuatorianos, estos dos últimos, en su mayoría de ascendencia afroamericana.

Es cierto que muchas mujeres que llegan terminan trabajando en el comercio sexual, que cada dia tiene más y mejores clientes gracias a los altos sueldos de la minería y sus servicios asociados. Es verdad que también entra mucha droga con los extranjeros y que muchos hombres son proxenetas de mujeres prostitutas. Pero también es verdad que no son todos, ni siquiera la mayoría. Es más, la mayoría de las veces llegan a nuestro país con la intención de encontrar trabajo, pero la exclusión de la que son víctimas los empuja muchas veces a tomar decisiones equivocadas. Es también verdad que no tenemos sensibilidad ante su realidad. No viene a otro país por tener una aventura en la vida, vienen buscando una mejor vida. Porque en sus países la cosa esta peor que aquí. Si nos quejamos del gobierno y las pocas oportunidades, de la delincuencia y la droga, imagínense como es la situación en el resto de América latina, que tantos viene aquí arrancando de los mismo.

La prostitución, la droga y la delincuencia son, en primer lugar, un producto nacional, que no necesita ser importado, porque ya esta instalado, en segundo lugar, es un producto de la exclusión, de un sistema económico y social cruel y hegemónico, que no permite alternativas, o que de haberlas, las devora tan rápido que no alcanzar a ser una amenaza.

La migración es un fenómeno que debemos afrontar como país. Debemos modernizar nuestros controles fronterizos, crear una política migratoria seria e incluyente y sensibilizarnos ante el crudo panorama que vive gran parte de la región, donde la pobreza y la exclusión han provocado una herida que ha dejado demasiados heridos.

A nivel gubernamental, tampoco estamos preparados para la gran llegada de migrantes a nuestro país. En Antofagasta solo había 2 funcionarios en extranjería, que no daban abasto con la demanda de visas y otros trámites y que obligaban a la gente a hacer filas desde las 2 de la mañana en la calle. Carecemos de una política migratoria seria no tenemos controles sanitarios ni incentivos profesionales o demográficos, tampoco desincentivos en caso de que no podamos recibí mas gente. En fin no hay política.

Y por ultimo existe necesidad de sensibilizarse ante esta realidad hay que ser mas acogedores porque muchos vienen buscando una vida mejor porque en su tierra no la tienen. Vienen madres solteras con sus hijos o sin ellos esperando armarse económicamente para poder traerlos. Vienen padres y familias enteras buscando oportunidades una vida buena, con paz y algo de felicidad, escapando del sufrimiento, y ante eso que se nos despierte el racismo y un nacionalismo rasca es verdaderamente vergonzoso. Que los que vengan sientan que los recibimos con los brazos abiertos para no generar más exclusión ni empujarlos a cometer errores. Así con los brazos abiertos

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