Una mesa para todos

En un mundo lleno de etiquetas y grupos excluyentes, se hace necesario hacer un lugar en la mesa para el marginado, para que deje de comer migajas y se siente junto a otros a la mesa. Incluir al Excluido es la tarea en este mundo. Salgamos en búsqueda de los que no están, hagamos un lugar al marginado en la mesa de la felicidad.

jueves, 23 de junio de 2011

El rostro de los anhelos


La noticia de dos indigentes que murieron de hipotermia en Santiago puede pasar desapercibida entre tanto revuelo por HidroAysen, la reforma educativa y cuanta protesta aparezca por un Chile más justo e igualitario, pero es justamente la consecuencia más nefasta de la desigualdad social y la indiferencia por el que más necesita, la muerte de una persona por no tener techo ni abrigo.

Se podrá discutir mucho sobre las causas que llevan a la gente a convertirse en indigentes en la calle. Muchos hablaran de gente floja, de drogadictos, de locos y hasta delincuentes. Y quizá haya de todo de entre la gente en situación de calle (como llamamos ahora a la gente que vive en la desprotección de las cunetas), pero no podemos pasar por alto que sea cual sea la causa, hay un sistema que la avala y a veces la potencia. Quien sabe las frustraciones y dramas con la que ha vivido esta gente, sus traumas de infancia, la mala educación, una enfermedad no tratada por problemas económicos, o simplemente víctimas de la exclusión social.

Muertes así de crueles no pueden pasar desapercibidas, porque atentan contra el sueño de un Chile justo y solidario. No nos puede parecer normal que la gente muera de frio en la calle. Es en estas circunstancias donde toda la lucha por la igualdad debe tomar más sentido. Cuando vemos a pobres sufriendo, a gente enferma sin poder atenderse, a gente engañada y abusada por el sistema económico, a gente discriminada y excluida, a jóvenes sin educación caer en la delincuencia o en la droga y cuanta otra triste imagen, deberíamos recordar que todo lo que hacemos es para que lo anterior no ocurra.

Hay que ponerle cara a nuestros deseos, ponerle nombre, sino, se quedas solo en la discusión metafísica, en la reforma del papel. Nos hace olvidar que cuando fracasamos, hay miles que siguen sufriendo. La reforma de una ley o la constitución no es solo consagrar un ideal y coronar una lucha ganada, es cambia la vida y el futuro de miles, que siempre ha quedado fuera, para hacerlo volver a la vida.

Está comprobado que lo jóvenes con menos posibilidades de educarse y por ende de optar a un mayor desarrollo, ven coartada no solo la posibilidad de un mayor ingreso económico, sino, que influye en la expectativa que tiene de su vida, y finalmente, de su felicidad. Tal vez algo de eso había en las dos personas que murieron esta semana y en los cientos que han muerto en los últimos años en la calle y en el olvido.

La reforma de la educación no es solo corregir un modelo heredado de la dictadura y administrado por la 
Concertación, es dar un paso para que nuestros niños y jóvenes se alejen de las drogas, la delincuencia, para que sean más felices y plenos, para que juntos contribuyamos a un mundo mejor. Es educarnos para no dejarnos pisotear, para desarrollar el espíritu y poder amar mejor, para aumentar la igualdad y no dejar que el frio los mate, o el hambre.

Los anhelos tienen rostros, nombres e historias, hay gente que sufre y otros que sufren por ellos, no hay solo números, hay personas, que no merecen seguir viviendo en el frio de la indiferencia.


martes, 21 de junio de 2011

El desafío de la unidad



Chile vive una época convulsionada. Se han sucedido una serie de protestas ciudadanas para demostrar el descontento con el panorama político y pedir reformas profundas y urgentes. Hay preocupación por la crisis energética y la ambiental, por la hecatombe de la educación y del sistema de salud público, escalofríos por la horrible desigualdad social y una necesidad urgente de disminuir la delincuencia y la violencia. Pareciera que los últimos 20 años pasaron muy rápido, y que todo lo que se reconstruyó con la vuelta de la democracia ya quedó obsoleto. Quizá marca el fin más claro de la transición, para dar paso a una ciudadanía que quiere diseñar un país con más altas exigencias democráticas, ya no solo con lo que se puede, sino con lo que se debe y se quiere.

En esta lógica ha transcurrido lo que parece la segunda parte de la “revolución pingüina”, pero que ahora es más profunda e incluye la educación superior,  con universitarios y profesores invitados al reparto, marchando y manifestándose por un cambio en la calidad e igualdad de la educación chilena.  Y así nos hemos quedado viendo y participando de un nuevo movimiento por la educación, que desplazo la atención pública de HidroAysen a las tomas de liceos, colegios y universidades, esperando que esta vez el poder político no lo ahogue y minimice como ocurrió con la revolución pingüina original, que termino con una comisión que llegó a una conclusión tan básica como que era necesario reformar la LOCE.
Aunque lo difícil está por venir. Porque hasta ahora todo transcurre como siempre, un gran problema, un gran descontento, pero varias propuestas y visiones, varios grupos y demasiados intereses. Entonces el desafío por delante es como llevar a la meta, triunfante, un movimiento tan importante y trascendental. El desafío es avanzar en la unidad, sin llegar a la uniformidad, sino en diversidad, hasta llegar a un punto donde encontremos una solución concreta que produzca un cambio profundo.

Lo complejo es como desarrollar estrategias de entendimiento y participación amplia entre profesores y estudiantes. Como lograr que la mayoría del alumnado participe utilizando los canales correspondientes de participación, como hacer que los profesores se comprometan al cambio de la educación y participen de la solución, aunque la mayoría de los docentes no esté afiliada al colegio de profesores. Como hacemos para que los partidos políticos no se roben este movimiento para fortalecer sus cuadros o utilizarlo de moneda de cambio, porque si bien este es un problema político-social, hoy los partidos, que no son representativos de la participación ciudadana, no pueden pretender que la solución salga solo de ellos, pues la mayoría de la ciudadanía quedaría excluida.

La participación es fundamental, el orden también, así como la apertura y el dialogo. Nadie es dueño de la verdad ni de la educación, si un sector determinado pretende imponernos a todos de sus propuestas  sin tomar en cuenta a los demás, no está haciendo nada distinto a los últimos gobiernos, porque impone su verdad, sin dialogar y compartir en la unidad y comunión con el resto de las personas, lo que al final sigue siendo poco democrático, una cosa es convencer y otra imponer, el convencimiento necesita de un ejercicio dialéctico, donde el debate es enriquecimiento y no lucha, para llegar a una verdadera síntesis (disculpen por lo reduccionista de mi ejemplo de dialéctica Heggeliana)

Entonces las preguntas están lanzadas ¿Cómo se fortalecen los canales de participación estudiantil, para que la mayoría participe? ¿Cómo logran los docentes articular su participación si su ente representante no cuenta ni siquiera con la filiación de un cuarto del profesorado? ¿Qué estrategias de trabajo y debate utilizamos para que la reforma sea producto de un debate ciudadano y representativo? Ojala se me ocurrieran las mejores respuesta.



viernes, 10 de junio de 2011

Rompiendo el miedo


Después de la muerte en cruz de Jesús hubo un gran silencio. El silencio de la muerte se apodero de todo, espanto a los apóstoles e hizo a Pedro negar a Cristo tres veces. Ya nada tenía sentido, todo lo que parecía verdad se esfumaba con la muerte del mesías, el maestro que venía a liberar a los Judíos del yugo romano.  Todo es silencio, el maestro que sano y predico la palabra como nadie ha muerto, los apóstoles están solos y con miedo ¿Cómo continuar si el líder ha ya no está? Nadie les enseño a seguir solos este camino. Los persiguen y aborrecen por culpa de Cristo. El miedo se apodera de todo, hay demasiado silencio.

Todo parecía perdido, caminan rumbo a Emús sin reconocer a Cristo que camina con ellos, cuando lo logran, el desaparece. Se reúnen con miedo a sus perseguidores y Cristo, el mesías, los calma con su presencia. Pero todavía no es suficiente. Todos estaban callados, aun no se atrevían a anunciar el evangelio. Y aunque de a poco se convencían de que Jesús es el Cristo, el miedo i la incertidumbre aun pueden mas. Es por eso que 50 días después de la pascua llega el Espíritu Santo como si fuera lenguas de Fuego. Y todo cambio.

Los asustados y temerosos hablaban ahora en lenguas. Pedro se atrevió a dar un discurso público y bautizar a miles de personas.  Comenzaba la misión de la iglesia. El miedo a la persecución se convertía en entrega gratuita a Cristo nuestro señor, y en acción valiente por el que más necesita. Ya no son los mismos, todos sus defectos y miedos pueden ser ahora superados por la fuerza del espíritu son fuertes en la fragilidad.

Con el Pentecostés  comienza la iglesia, con el Espíritu Santo Dios nos acompaña hasta el final de los tiempos, aunque parezca trabajo duro el espíritu esta aquí. Hoy más que nunca el espíritu debe inflamar de amor nuestros corazones y llenar de verdad nuestras vidas. Porque haremos frente a la adversidad y la injusticia y lucharemos contra el enemigo, en amor y fragilidad. El fuego del espíritu es guía y fuerza, es la luz del camino, es Cristo con nosotros.

Que el cielo se inflame con el fuego del espíritu, para que seamos capaces de difundirlo por la tierra, por los que sufren, por los que aman. Ya se acabo el tiempo de la cobardía aunque haya persecución no debemos escondernos, más que nunca es necesario anunciar y denunciar, en nombre de Cristo nuestro Señor.

jueves, 2 de junio de 2011

Como las grietas del suelo


Si alguna vez han caminado por las calles del centro de Antofagasta, se habrán dado cuenta de la gran cantidad de grietas que tienen las veredas. Es difícil caminar con tanto hoyo en la calle, las mujeres con tacos sufren todos los días los sinsabores de recorrer calles totalmente destruidas y abandonadas. Si te desplaza a una población veras que no hay veredas, la gente camina por el medio de la calle exponiéndose siempre a graves accidentes. La pregunta que nace es quien es responsable por el cuidado de las calles ¿el gobierno regional o la municipalidad? Es casi incomprensible que en una ciudad industrial pujante, que se convierte rápidamente en un punto estratégico de negocios en la región y que además es la capital mundial de la minería, nadie se preocupe de la prolijidad de nuestras calles aunque sea por buena imagen.

Esto me hace pensar en algo más profundo. ¿Quién se hace cargo de las grietas de nuestra sociedad? Así como en las calles, las grietas no dejan avanzar, en el tejido social tampoco. Las grietas son más dolorosas en una sociedad excluyente y que cobra cada día miles de heridos. Las grietas son profundas en una ciudad con una concentración económica líder a nivel nacional, que en su estructura es tan segregada  como para alejar por kilómetros a ricos de pobres.

La grieta que se abre asecha como trampa de cazador, esperando para atrapar a su presa hasta que venga su verdugo, o hasta que un depredador más grande que la victima acabe con ella. Puede parecer una alegoría un poco dura, pero no por eso menos cierta. Quizá no siempre hay mala intención, pero el sistema funciona así, mientras unos suben muchos bajan y se quedan atrapados e indefensos. Algunos lograrán salir con mucho esfuerzo, pero ese número tiene un techo, limitado por las probabilidades.

Antofagasta es una ciudad con mucho dinero. Capital mundial de la minería, ciudad pujante como plataforma de negocios con nuestros países vecinos y asentamiento de las más grandes multinacionales existentes, es claramente una ciudad poderosa económicamente. Sin embargo, dicha modernización y poder no les llega a todos. Es cierto que hemos avanzado, pero la desigualdad es enorme, la diferencia de oportunidades es profunda y la segregación social dolorosa.

Esa es la grieta de una ciudad que deja en ella muy poco de lo que produce, y de lo poco deja mucho en un grupo pequeño, dejando a la mayoría casi solo con sobras. Es injusto y doloroso y como siempre, nadie se hace cargo. Porque todos quieren ser parte de la solución, pero pocos quieren luchar de verdad contra el problema, nadie quiere correr la carrera pero todos quieren estar en el podio.

Así, nuestras autoridades políticas, comunales y regionales, quedan en deuda con nosotros los ciudadanos, porque ninguno de ellos parece estar pensando en cambiar las cosas, tampoco nuestros parlamentarios, que piensan más en Santiago que en nuestra región, piensan más en el poder de sus partidos y en sus pretensiones presidenciales que en estrategias para mejorar la distribución del ingreso, disminuir la desigualdad y la pobreza y acabar con la segregación social, desde los lugares que a cada uno les corresponde.
Asi como las grietas de la calle no nos dejan avanzar, las grietas de nuestra sociedad también nos atrapan, dejando muchos lesionados en el camino.