Una mesa para todos

En un mundo lleno de etiquetas y grupos excluyentes, se hace necesario hacer un lugar en la mesa para el marginado, para que deje de comer migajas y se siente junto a otros a la mesa. Incluir al Excluido es la tarea en este mundo. Salgamos en búsqueda de los que no están, hagamos un lugar al marginado en la mesa de la felicidad.

viernes, 10 de junio de 2011

Rompiendo el miedo


Después de la muerte en cruz de Jesús hubo un gran silencio. El silencio de la muerte se apodero de todo, espanto a los apóstoles e hizo a Pedro negar a Cristo tres veces. Ya nada tenía sentido, todo lo que parecía verdad se esfumaba con la muerte del mesías, el maestro que venía a liberar a los Judíos del yugo romano.  Todo es silencio, el maestro que sano y predico la palabra como nadie ha muerto, los apóstoles están solos y con miedo ¿Cómo continuar si el líder ha ya no está? Nadie les enseño a seguir solos este camino. Los persiguen y aborrecen por culpa de Cristo. El miedo se apodera de todo, hay demasiado silencio.

Todo parecía perdido, caminan rumbo a Emús sin reconocer a Cristo que camina con ellos, cuando lo logran, el desaparece. Se reúnen con miedo a sus perseguidores y Cristo, el mesías, los calma con su presencia. Pero todavía no es suficiente. Todos estaban callados, aun no se atrevían a anunciar el evangelio. Y aunque de a poco se convencían de que Jesús es el Cristo, el miedo i la incertidumbre aun pueden mas. Es por eso que 50 días después de la pascua llega el Espíritu Santo como si fuera lenguas de Fuego. Y todo cambio.

Los asustados y temerosos hablaban ahora en lenguas. Pedro se atrevió a dar un discurso público y bautizar a miles de personas.  Comenzaba la misión de la iglesia. El miedo a la persecución se convertía en entrega gratuita a Cristo nuestro señor, y en acción valiente por el que más necesita. Ya no son los mismos, todos sus defectos y miedos pueden ser ahora superados por la fuerza del espíritu son fuertes en la fragilidad.

Con el Pentecostés  comienza la iglesia, con el Espíritu Santo Dios nos acompaña hasta el final de los tiempos, aunque parezca trabajo duro el espíritu esta aquí. Hoy más que nunca el espíritu debe inflamar de amor nuestros corazones y llenar de verdad nuestras vidas. Porque haremos frente a la adversidad y la injusticia y lucharemos contra el enemigo, en amor y fragilidad. El fuego del espíritu es guía y fuerza, es la luz del camino, es Cristo con nosotros.

Que el cielo se inflame con el fuego del espíritu, para que seamos capaces de difundirlo por la tierra, por los que sufren, por los que aman. Ya se acabo el tiempo de la cobardía aunque haya persecución no debemos escondernos, más que nunca es necesario anunciar y denunciar, en nombre de Cristo nuestro Señor.

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